¿Sobredosis?

No es la primera vez que me lo preguntan y hoy está aquí, de nuevo, el mismo interrogante. Siempre que tenemos nombre para un nuevo evento, vuelve:
—¿Cómo así que Pneumadelic? Pero si esa palabra ni existe
—Pues sí, ahora existe porque nosotros la inventamos.
—Bueno, pero ahora, ¿cómo es eso de Sobredosis? Las sobredosis son malas. Eso es algo que no debería vivir ningún ser humano. ¿Por qué se llaman así?
Tengo que admitir que eso es mejor que cuando alguien empieza a cantar la canción de Romeo con Ozuna o la de Los titanes de la salsa. No solo por mis gustos musicales sino que además la pregunta es legítima.
Una sobredosis es más de lo necesario, la palabra compuesta le agrega el prefijo "sobre" a “dosis” que es una cantidad de una sustancia a la que un cuerpo se expone para conseguir un efecto. De hecho, se habla de “dosis máxima” que resultaría ser lo que no se puede rebasar para no hacerle daño al organismo expuesto. Y la pregunta, por lo general, es qué tiene que ver eso con Dios.
¿Habla La Biblia de dosis de Dios? ¿Dios se dosifica para nosotros? ¿Necesitamos dosis de Dios? Literalmente, la respuesta sería: no, no y no. Pero entren en el juego del maestro de las metáforas. ¿Se acuerdan del Jesús que dijo que el Reino de Dios era como una semilla de mostaza o que para explicar el perdón del Padre nos contó las historias de la oveja perdida, de la moneda perdida y del padre misericordioso (más conocida en el bajo mundo como del hijo pródigo)? Pues esta es otra metáfora: una del hombre delante de Dios, lo que te queremos decir es que necesitas más de Dios, mucho más, una sobredosis.
Todo lo que buscamos, lo único que nos interesa, es que tengas un encuentro con el Espíritu Santo. En la metáfora de que Dios nos diera dosis suyas, necesitamos una dosis más fuerte de Dios, yo la necesito y tú la necesitas, pero además Él ha querido darnos una dosis mucho más grande de Él. Hasta el día de hoy El Padre te ha regalado a su hijo y te ha dado su Espíritu Santo, ¿hay que hacer más claro el mensaje? Nuestro pastor Gabriel Castro nos lo recuerda cada vez que puede: El Padre quiere hacerse uno contigo. Darte todo de Sí.
El poquito que estás recibiendo del Dios que te ofrece todo no es suficiente: ahí sigues con ese pecado que no logras solucionar, ahí estás sentado viviendo una vida ordinaria cuando fuiste llamado a hacer parte de los héroes de la fe (sin importar si te toca cerrar bocas de leones o ser uno de esos menesterosos, atribulados, de los cuáles este mundo no era digno), ahí está el planeta sufriendo, la creación esperando la manifestación gloriosa de los hijos de Dios, sin que tú hagas una disrupción en medio de la normalidad… El poquito que estás recibiendo no alcanza.
Moisés lo supo. Había que ver a los adolescentes que empezaron con el movimiento Sobredosis recordando la historia de un tipo que decidió subir a la montaña. Seguro tú también la conoces. “Ve y habla tú con él”, le decían las multitudes; “cúbrete el rostro que lo tienes lleno de gloria”, le insistían. Y Moisés lo prefería. A todos nos suena genial, pero ¿tú te acuerdas de lo que significaba tener un encuentro con Dios en el Antiguo Testamento? Eso era, literalmente, la muerte.
Entonces Moisés dijo: Te ruego que me muestres tu gloria. Y Él respondió: Yo haré pasar toda mi bondad delante de ti, y proclamaré el nombre del Señor delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y tendré compasión de quien tendré compasión. Y añadió: No puedes ver mi rostro; porque nadie puede verme, y vivir. (Ex. 33:18-20).
Moisés lo quería. El riesgo era la muerte, pero alguien tenía que afrontarlo para que los demás tuvieran respuesta a sus oraciones, para que recibieran las tablas de la ley, para que encontraran la guía adecuada en medio del desierto… Y el riesgo sigue siendo el mismo cada vez que te proponemos una sobredosis del Espíritu Santo, una subida a la montaña, un encuentro con el Todopoderoso. Incluso sucede. A cada encuentro muere más nuestra naturaleza muerta y encuentra más espacio la vida viva de nuestro Señor. ¿No es eso lo que necesitas? ¿No es eso lo que necesita tu familia? ¿No es eso lo que necesitan esta ciudad y el mundo?
Alguien joven recibe una palabra profética que le llama a extirpar las injusticias del mundo y luego se vuelve abogada, otro que estaba atado a la pornografía de pronto es libre de dejarla, un joven que había caído en fornicación se encuentra con que Dios no lo condena sino que le ofrece oportunidad con los brazos abiertos, una mujer deprimida decide levantarse de la cama y se vuelve una exitosa empresaria, unos ojos ciegos vuelven a funcionar y con el paso del tiempo pueden detallar los más pequeños pliegues de sus hijos y amarlos con la mirada… Todos estos son testimonios reales que hemos vivido en Sobredosis: La muerte de la naturaleza muerta, la explosión de la vida viva. Eso es lo que buscamos. ¿Te nos vas a unir?

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