Aprendí a pelear

Nada más difícil que sentir y ver que el enemigo quiere matarte, y es que solo aprendes a pelear cuando en realidad estás en el campo de batalla.

Estos últimos meses han sido verdaderamente difíciles para mí por diferentes circunstancias, he podido entender que el enemigo quiso librar una batalla a muerte y sin quererlo ni pensarlo ¡tuve que aprender y pelear!
“Pelea la buena batalla por la fe verdadera. Aférrate a la vida eterna a la que Dios te llamó y que declaraste tan bien delante de muchos testigos.”
‭‭1 Timoteo‬ ‭6:12‬ ‭NTV‬‬
Algunas cosas que aprendí para pelear la buena batalla fueron:

  • Estar delante de Dios permanentemente para poder escucharlo: para mí fue claro, en medio del dolor, la angustia, el temor y a veces la desesperación, que lo más importante era llevar todo eso a Dios en esas mismas circunstancias: con dolor, con desesperación, buscarlo a Él y permitir que me hablara. En una de esas jornadas, fue claro sentir que Dios me decía: “si Jesús mismo enfrentó al diablo con La Palabra, así también debes enfrentarlo tú” y puede parecer simple, pero para mí fue revelación, así que eso hice: ir a la palabra una y otra vez mientras permanecía en adoración a Dios.

  • Hablar la palabra y ponerla en práctica: “y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;” Ef.‬ ‭6:15, 17‬ (‭RVR1960);‬‬ debemos usar la palabra como calzado para caminar firmes y sin temor para hollar al enemigo, y como espada para cortar y acabar lo que esté viniendo.  
Como decía arriba, en una de esas jornadas, las preocupaciones y angustias no me dejaban dormir. Conciliaba el sueño, pero despertaba una y otra vez, y empezaba la lucha con mis pensamientos, así que fui a La Biblia y Dios me entregó la palabra que está en Fil. 4:6-7, y fue casi literal, como una receta, pasó a paso, para enfrentar la lucha de las preocupaciones y la falta de sueño por ellas:

  1. No te afanes por nada, (si Dios lo dice, yo tengo que creerle).
  2. En cambio, ora por todo (es muy diferente afanarse a orar y entregar a Dios).
  3. Dile a Dios lo que necesitas. Aunque Él sepa todo lo que necesitamos, está bien decírselo otra vez, como acto de fe y para descargar nuestra alma. Es entender que mis necesidades las puedo poner en Él y descansar.
  4. Dale gracias por todo lo que ha hecho. Un corazón agradecido desata la gracia y el favor de Dios siempre. Así que agradecerle por todo, aún en medio de la adversidad, sin duda, será la mejor actitud. Nada de queja sino agradecimiento por su bondad.
  5. Así experimentarás La Paz de Dios, que supera todo lo que puedas entender. Es muy lindo que después de seguir paso a paso, cada una de las “recomendaciones” (entre comillas porque debería ser una instrucción que obedezcamos), viene la recompensa y quizás un poco una victoria inmediata en nuestra lucha.
Finalmente, también entendí que la lucha requiere de acciones concretas, sencillas e inmediatas de parte mía. Si no es así, el enemigo seguirá haciendo de la suyas.

Una sencilla reflexión en medio de la pelea.
Madre, esposa y seguidora comprometida de Jesús, Diana Blanco es la rectora del Gimnasio Campestre Beth Shalom y desarrolla todo su plan académico.
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