Cómo una palabra de ciencia me salvó

Así empezó el día extraño en mi vida antes de morir. Me recogieron a las 6:00 am para llevarme a Teleamiga a maquillaje. De ahí debíamos salir hacia el aeropuerto, a entrevistar a una banda de rock argentino nueva en esa época: Inmigrantes. Mi prima, quien era directora de contenidos de TV, me había llamado el día anterior pidiéndome el favor de que actuara como conductora para un piloto de un programa de entrevistas que querían vender. Se había quedado sin presentadora ese día y yo tenía el aspecto físico que necesitaba. Además sabía que había tomado un par de clases de teatro y actuación alguna vez. Le dije que sí, no sé por qué. Por cómo me sentía lo natural era haber dicho que no.

Mis días se habían vuelto cada vez más difíciles, llevaba mucho tiempo deprimida clínicamente con ansiedad generalizada y estaba sufriendo además de agorafobia: pánico a los espacios abiertos. Salir de mi casa y tomar un bus era toda una hazaña para mí. Pasar por "el bobo" (campo abierto) de la Universidad de los Andes donde estudiaba, era algo que me parecía imposible y para llegar al salón sin tener que atravesar ese campus, daba un montón de vueltas entre pasillos con tal de no encontrarme con la multitud. Cuando tenía breaks entre clases, me encerraba en la biblioteca, ahí me sentía segura de alguna forma. Pero cuando debía volver a salir empezaba de nuevo mi martirio. No estoy exagerando, cualquiera que haya sufrido agorafobia sabe a qué me refiero. Me habían recetado un medicamento del grupo de las benzodiacepinas que hacía efecto inmediatamente, pero creaba adicción y con el tiempo no me haría ningún efecto, pero además generaba síndrome de abstinencia, lo cual no me dejaba ninguna esperanza. Me sentía viviendo un infierno y solo quería morirme.
El día del favor a mi prima, que en realidad sería el día de mi favor, salí maquillada y arreglada del canal hacia el aeropuerto. Cualquiera que me hubiera visto jamás podría haber imaginado que llevaba días planeando suicidarme.
En el carro íbamos Sandra Alonso, la productora; a quien nunca en mi vida había visto, el conductor y yo. Sandra iba a mi lado, cada una miraba por su ventana y de repente se volteó, me tocó el hombro izquierdo y me dijo, rompiendo el silencio: “no lo hagas, Dios te tiene para grandes cosas”. Al tiempo que ella decía eso sentí como si me pasara electricidad por el brazo y me recorriera todo el cuerpo. No pude decir nada. Quedé pasmada. Días antes había levantado la mirada al cielo y había dicho casi suplicando: “si en verdad existes, si en verdad eres real, por favor, sálvame, porque me estoy muriendo”, recordando a mi viejo amigo, a quien había conocido en el colegio de monjas y le cantaba “Amigo Jesús que estás dentro de mí, yo soy muy feliz de estar junto a ti”, pero a quien olvidé en la adolescencia y así me olvidé también de mí.
Vemos un par de ejemplos de la palabra de ciencia en la Biblia cuando Jesús se dirige a Natanael y cuando habla con la mujer Samaritana:
«Natanael le preguntó:¿Cómo es que me conoces? Jesús le respondió: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». «Rabí, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel», respondió Natanael.»

 Juan 1:48-49 NBLA

«Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.»

Juan 4:17-19 RVR1960
El don de palabra de ciencia no deja ninguna duda a quien la recibe de que Dios lo conoce. Ese día yo no tuve ninguna duda de que El Cielo me había visto, de que Jesús había salido a mi encuentro a través de Sandra Alonso; a quien espero volver a ver algún día o que llegue a ella este testimonio, y sepa que gracias a su fe y obediencia, a no haberse quedado con esas palabras para mí, Jesús no solamente me salvó literalmente esta vida, sino que ese día fue el comienzo de una vida con Él. Que hoy dependo solo de Él y que Él lo es todo en mi vida.
Uno de los dones que más se expresa en mí es justamente la palabra de ciencia y sabiduría, y en varias oportunidades he podido  hablar con personas que están pasando por situaciones como las que yo atravesé. En Virus V1D4, recibí en el salón profético, en que yo ministraba, a una persona que estaba pensando ponerle fin a su vida y se dio la oportunidad de ir antes a Sobredosis. Ese día, como lo había hecho conmigo quince años atrás, Dios le habló a esa persona de tal manera que no le quedó duda de que Él la conocía, de que Él conocía su dolor, que nunca había estado sola y que Él era su esperanza.  Esa persona tres años después está también firme creciendo con Él.
Pneumadelic Fest Bogotá
En cuanto a la historia inicial, lo que ocurrió después de que Sandra me dijo eso es muy largo para contarlo en esta entrega. Ese apenas fue el comienzo de cómo Jesús salió a mi encuentro varias veces, quizá escriba sobre eso también, pero si no, lo importante hoy es decirles: nunca dejen de entregar una palabra, (con todo el protocolo que hemos aprendido en Sobredosis, eso sí) porque si hacen el ridículo no perdieron nada, nada importante al menos, pero si la entregan quizá Dios esté literalmente salvándole la vida a alguien y no solo a alguien sino a muchos, porque todo en el reino de los cielos es como la semilla que lleva fruto. Cuando Jesús alcanza a alguien también está alcanzando a muchos. En mis planes estaba morir ese día, lo que yo no sabía era que en los planes de Dios estaba que volviera a nacer y que quince años después hiciera parte de Sobredosis, este hermoso movimiento profético que alcanza a miles de personas en el mundo.
Zulma Rojas es una mujer apasionada por lo profético y que anhela ver a las nuevas generaciones caminando en el poder y el amor de Jesús . Además de ser una experta en publicidad en medios digitales, Zulma ama el cine y permanece buscando diversas formas, creativas y artísticas, de hacer famoso el nombre de Jesús.

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