Dios, ¿una dating app más?

Entremos al meollo del asunto de una, hablemos de Tinder, Grindr y las apps de citas. Si de entrada sabes que es Tinder, un ratico de oración no te vendría mal. Si sabes que es Grindr, súmale a ese ratico de oración una liberación...  Broma aparte, cierto es que estas aplicaciones, cuyo propósito último es conseguir pareja, de una noche o permanente, se han vuelto cada vez más comunes en nuestro día a día. Y cómo a los cristianos nos gusta estar a la vanguardia con las cosas del mundo, nosotros también tenemos nuestra propia app para citas, ¿adivinas cuál es?

Exacto, Dios mismo.
Es algo triste de pensar, pero si lo vemos en detalle, así es. Déjame elaborar un poco. No tiene nada de malo buscar la voluntad del Padre, por el contrario, por ejemplo, Salmos 143:10 nos habla del anhelo de hacer su voluntad y de ser guiados conforme a esta. Sin embargo, ¿qué pasa cuando camuflamos nuestra cobardía disfrazándola de la búsqueda de la voluntad del Padre?
Algo así se ha vuelto el tema de las relaciones sentimentales entre cristianos. Por un lado, tenemos a los que no se mueven esperando que “el elegido” caiga del techo y los lleve a vivir la historia de amor de Disney. Por el otro lado, tenemos a los que tienen citas con “Raymundo y todo el mundo”, despertando el amor en sin fin de personas, y luego descartando o amarrando bajo la excusa de “Dios me dijo”. Y entonces, es así cómo volvemos a Dios nuestra app de citas, descartamos personas por la idea de que no se ajustan a nuestros ideales, y al mismo tiempo culpamos a Dios de nuestro estado de soltería.
Personalmente creo que desde aquel momento en que Adán acusó a Dios diciendo “la mujer que tú me diste” (Genesis 3:12), Dios se salió del tema de las citas y las parejas, después de todo siempre tenemos algo de que culparlo, pues mejor él y no nosotros, ¿cierto? Y, pa’ colmo de males, tomamos las diferentes historias de pareja de la biblia y las volvemos un croquis extraño para forzar las cosas y de nuevo, tener una excusa para culpar a Papá. Lo gracioso es que es menos probable que Dios nos diga con quien entrar en una relación y más probable que nos diga con quien NO hacerlo.
Veamos uno de los casos más citados y famosos: Isaac y Rebeca. Ay, cristo redentor, los corazones rotos que existen por sacar de contexto ese texto. Revisemos, Génesis 24:2-3, más que cualquier otra cosa, la primera instrucción del siervo es NO tomar una mujer de un determinado lugar. Nos quedamos en todo lo que ocurre luego, que incluso es muy interesante, porque creemos que se trata de un asunto místico en que dos personas son forzadas a estar juntas, cuando lo cierto es, que tanto a Rebeca como a Isaac se les da la posibilidad de escoger. No me malentiendas, no estoy diciendo que Papá no puede dar guía a través de la palabra, ese mismo texto ha sido mi palabra Rhema en temas de pareja, pero hay mucho más que rumiar en este que solo un Dios que junta personas como si se tratara de una app de citas, saltando la elección de los implicados.
Y hablemos un poco de eso para cerrar. El amor es libre, él nos llama a su amor, pero jamás nos fuerza a estar en él. Jesús se entregó voluntariamente a la muerte por amor, y así mismo espera que nos acerquemos. Si Jesús mismo se mueve en la libre elección del amor, ¿cómo llegamos a esa idea de que nuestros gustos y decisiones no importan? El amor es una decisión, eso es lo precioso del asunto. Si no, mejor le hubiera ido creando robots. Así que si estás listo para buscar pareja para toda una vida, (si aún no sabes si estás listo, un ratico de consejería con tu pastor no te vendría mal) ve a por esa persona, conquista, ama, no pienses que Dios te condena a una relación tóxica o a una vida de soledad desdichada si no tienes el don que te permita vivir en alegría. Primero ora, y luego entrega tus regalos, tus palabras, tus miradas, sé valiente y arriésgate, no culpes a Dios de tus fracasos (te habla alguien que ha fracasado mucho en el tema), y ama sin restricción, que al final, si eres o no correspondido, nadie te quita la belleza de haber amado.
Fernando es un escritor, cinéfilo y cristiano amateur. Hace parte de iglesia La Casa y del equipo creativo de Sobredosis. Le gusta el cine y la cocina, y siempre está en busca de Jesús en las películas y los sabores.
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