September 8th, 2022
by rafael gonzalez
by rafael gonzalez
Nunca pude olvidar la primera noche en que me dieron un micrófono para dirigir una oración en la asamblea. Tenía quizá unos cinco minutos y por ser tan importante para mí, a lo largo de la semana me preparé con oración y ayuno, cuando llegó el día señalado; quizá porque venía leyendo el libro Jesús está vivo, de un sacerdote católico llamado Emiliano Tardiff, que narraba los milagros que veía mientras predicaba el Evangelio por el mundo; llegué al lugar con la convicción de que el Señor me había enviado con una palabra de ciencia acerca de una sanidad.
Ahora, no piensen que eso de tener el don de palabra de ciencia se me había ocurrido de la nada. Sí me di cuenta de que me podía mover en ese don casi "de la nada", pero no me inventé que eso podría pasarme. Una tarde, una chica llegó llorando al grupo de oración y un amigo intentó hacerle una especie de consejería, pero sin mayores frutos; ella estaba muy mal anímicamente. Entonces se le ocurrió la fabulosa idea de que, como yo parecía más espiritual o algo por el estilo, "podría" con ella. Lo intenté, lo mejor que pude, pero ella no lograba contenerse y la situación era cada vez más angustiante.
¿Qué podía hacer un muchachito de 16 o 17 años, para ayudar una niña un año mayor que él y que no lograba contener su llanto?: Suplicarle ayuda a Dios. Ya la había escuchado, le había preguntado, le había dicho versículos bonitos, y nada la calmaba. "Señor, no sé cómo ayudarla, por favor, haz algo", le dije y, en medio de mi novatada espiritual (estaba prácticamente recién convertido), incluso cerré los ojos para orar, como se nos había enseñado. Creo que ella no vio eso, porque habría podido parecer un poco descortés mientras me confiaba su llanto. No sé cuánto tiempo los cerré, si fue un minuto o más, pero sé que "de la nada" vi en mi mente la imagen de un lavadero y me pareció que el Señor me decía: "No está triste por lo que te está contando, sino por esto". Así que procedí a seguir la que creía, era mi indicación:
—Mira —le dije—, creo que lo que te tiene mal no es nada de lo que pasa en tu grupo de gimnasia, ni que no puedas conseguir las calificaciones que quieres, ni la relación con tus papás. Acabo de ver un lavadero en el patio de una casa, y creo que ahí está la fuente de lo que te tiene así.
Así. ¿Se imaginan? Muy arriesgado, ¿no? No estoy muy seguro de que ante la misma experiencia en esta edad me hubiese arriesgado de esa manera.
—Mira —le dije—, creo que lo que te tiene mal no es nada de lo que pasa en tu grupo de gimnasia, ni que no puedas conseguir las calificaciones que quieres, ni la relación con tus papás. Acabo de ver un lavadero en el patio de una casa, y creo que ahí está la fuente de lo que te tiene así.
Así. ¿Se imaginan? Muy arriesgado, ¿no? No estoy muy seguro de que ante la misma experiencia en esta edad me hubiese arriesgado de esa manera.
—¿Qué? —me preguntó pasmada, sorprendida. Levantó el rostro, dejó de llorar, estaba como asustada, y luego vino más llanto... Cuando logró componerse un poco, me contó que un familiar que había abusado de ella en la infancia, estaba hospedándose por esos días en su casa, pero que siempre que le había hecho daño, lo hacía en el patio de la casa, al lado del lavadero. Hablamos, se calmó, pero luego no seguí acompañándola y a veces aún me pregunto por ella. Nunca tuve muy claro lo que debía hacer... Por eso es que, cuando llegué al lugar de la oración, creía que tenía en mis manos una palabra de ciencia, y hoy pienso que habría sido mejor haber pasado por un taller profético antes de hacer lo que hice... Y también que un pastor hubiese acompañado a esa chica.
Hace poco vi un video, en un canal que me gusta, en el que el youtuber se lanzó de manera directa contra lo que llamó "escuelas proféticas" y, aunque la que muestra en ese video está evidentemente confundida, eso me hizo perderle un poco de cariño, porque a mí el taller profético, Reveland y las demás formaciones que hemos recibido en Sobredosis, sí me han ayudado bastante; y porque, con toda sinceridad, me habría gustado tener esa misma información sobre protocolos y sobre los dones proféticos antes, de pararme delante de la asamblea, y decir con esa actitud de convicción absoluta que alguien estaba siendo sanado de cáncer y que quería orar por él antes de que la reunión terminara. Lo habría preferido porque todos se quedaron viéndome con los ojos grandes, el rostro inexpresivo y una expresión que comunicaba vergüenza ajena, y porque nadie se levantó. Luego el sacerdote de la parroquia y los líderes me regañaron por haber salido a hacer eso. Pero sobre todo, porque después de eso, orar por sanidad se convirtió en una actividad totalmente ajena a mí, porque le perdí la fe a eso en mi vida.
¿Hay escuelas proféticas en La Biblia? La respuesta corta es "sí". La larga pasa por ver a Eliseo con "los hijos de los profetas" o a Samuel, por saber que Eliseo caminó detrás de Elías hasta que fue arrebatado y entonces ahí sí recibió su manto, por entender que el mismo Jesús les muestra a sus discípulos cómo mejorar en los dones que les había dado; por ejemplo, cuando no pudieron echar un demonio y les explicó que para ese tipo de espíritus era necesaria la oración o por recordar a Pablo explicándole a la iglesia de Corinto cómo debían proceder en el uso de los dones. Algunos quisieran decir que solo estaba dando un orden litúrgico, pero no pueden evitar el hecho de saber que está hablando de dones. Sí, los dones crecen y solo en el ambiente de la comunidad, por más que no nos guste que funcione de esa manera, solo en la experiencia de iglesia, juntando a los bueyes jóvenes con los bueyes viejos (usando una imagen que Jesús propone en Mt. 11:29), podemos ver los dones crecer.
Dios no ha cambiado ese método y no parece que lo quiera cambiar. Siempre hay alguien que dice ser un Pablo, que trae la revelación de la fe o un Lutero que llega con una nueva reforma, pero que ignora que Pablo pasó más de 15 años preparándose junto a los apóstoles y conociendo junto a ellos a Jesús, que olvida que Lutero tuvo hermanos mayores que tenían la reforma en el corazón y se la transmitieron, en el seminario, mucho antes de que él clavara las 95 tesis en una puerta. Es Dios el que ha decidido que los hombres no caminen solos, es Él quien ha escogido que dos puedan más que uno y que la cuerda de tres hilos no se rompa. Es triste ver cómo siempre llega una nueva generación que se levanta altiva (en la iglesia también se ve) contra la anterior y desprecia a sus padres por sus errores, y por esa falta de discernimiento se aleja también de todas las bendiciones que vienen en el paquete que sus bueyes viejos son. ¿Alguien puede ignorar que la iglesia en Latinoamérica creció y llegó a ser lo que es por el mover de los dones del Espíritu Santo? ¿Por qué deberíamos prestarnos a la falta de sensatez que representa ignorar a una generación que participó de eso con tal compromiso que hasta cometió errores y aprendió de ellos, y que quiere acompañarnos a ir hacia nuestra meta evitando que los repitamos?
Una generación que desprecia el mover de los dones del Espíritu Santo, es una generación sin memoria y que está muy cerca de la blasfemia. Una generación que desprecia el trabajo de sus padres en la fe solo por sus errores, es una generación que se habrá perdido de una gran parte del corazón de Dios, y la empatía que la de esta época suele profesar a gritos, no sería más que una mentira en sus bocas; si no tienes compasión con los de tu casa, ¿qué tan cierta puede ser tu compasión con los de afuera? ¿También escuchas al corazón del padre diciendo: ¿Me vas a ayudar a sanar esa herida?
Si alguno de los que me lee me ha visto cantando, en un salón profético o predicando, sabe que la palabra de ciencia es un don que se siguió moviendo en mí, aún cuando en ocasiones como esa o de otra índole, intenté apagarlo. Pero Dios y yo nos hemos dado cuenta de cómo ha crecido. En muchos sentidos quisiera volver a ser ese loquito de 17 años que se iba al parque porque sentía que el Señor le había dicho eso, y allá se encontraba con un amigo que también sentía de parte del Señor llegar a ese lugar, y luego los dos se iban juntos a predicar por las casas del barrio, viendo el mover del Espíritu Santo. Pero no en el sentido de la madurez (poca o mucha) para caminar en esto. El camino de la mano de mis pastores y de mis hermanos en lo profético, la bendición de haber participado de talleres proféticos y de haber estudiado con otros hermanos sobre los dones, me ha llevado a ver cómo encuentro verdadero fruto en lanzar las palabras de la manera correcta y en el momento correcto.
Por lo de orar por sanidad no se preocupen, en el Pneumadelic Fest, pidieron que los avivadores pasáramos al frente y me tocó alguien con una urgencia de salud (¿también se están riendo?), y oré por su necesidad desde la fe y guiándome por lo que he escuchado de mis hermanos y en los talleres, al día siguiente me contó que la situación de salud estaba controlada.
Te dejo dos retos: Primero, propón en tu corazón conectar con tus pastores, empieza con escuchar evitando el juicio y por acercarte a conversar, tú y ellos lo necesitan, y quizá alguien a quien le hables de Jesús también lo va a necesitar, y el segundo es que permanezcas cerca de nosotros, descarga la app de Sobredosis para seguir en contacto, inscríbete a Reveland y mantente pendiente de todo lo que te queremos compartir para que tu fruto en el Señor crezca.
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1 Comment
"Una generación que desprecia el trabajo de sus padres en la fe solo por sus errores, es una generación que se habrá perdido de una gran parte del corazón de Dios" ðŸ“Tremendo mensaje. 🔥